TRABALENGUAS PARA NIÑOS

1.- "🌺Rosa la rata roía una rama,

Rita la rana reía en su cama.

Rápido Rita brincó de repente,

y Rosa la rata rodó entre la gente🐭🌿"


2.-"🐯🌳En la selva de la china, un tigre muy travieso,

jugaba con una niña y le hacía mil excesos.

La niña reía y el tigre saltaba,

pero al caer se rasguñaba👧"


3.-"🐸🐸Siete sapos saltan sobre siete sillas,

seis se caen y se quedan sin brillas.

Sapo que salta, sapo que resbala,

¿quién quiere jugar en la sala?🐸🐸"

DIVERTIDOS TRABALENGUAS

 1.-"🐾Tres tristes tigres trotan por la pradera,

comen trigo y trituran trozos de tarta entera.

Tito y Tomás tocan trompetas mientras tanto,

y todos terminan tropezando con un tronco encantado🐯🐯🐯"


2.-"🥔Pepe pinta papas, papas pinta Pepe,

con un pincel pequeño, Pepe pinta trece.

Trece papas pintas, Pepe, ¿cómo puedes?

Con paciencia y pincel, ¡Pepe pinta papas verdes!🥔"


3.-"🐰🐰Copo y Copito, dos conejitos,

corren y saltan sin zapatos ni zancos.

Con tantas carreras y tantos saltitos,

Copo y Copito se cansan un poquito🐰🥕"




POEMA "LA ESTRELLA CURIOSA"

 "La estrella curiosa"

En el cielo azul, una estrella brillaba,
y desde muy lejos siempre observaba.
—¿Qué hay allá abajo?— se preguntó,
mientras la luna su luz le dio.

Quería ver de cerca el mar,
y cómo las olas se ponen a saltar.
Quería conocer el verde bosque,
donde los pájaros cantan a voces.

—¡Baja, pequeña, ven a jugar!—
le dijo un cometa al pasar.
—Yo puedo llevarte por el firmamento,
y juntos viajar con el viento—.

Pero la estrella, curiosa y valiente,
decidió bajar lentamente.
Y en la tierra encontró mil colores,
flores, ríos y miles de olores.

Se escondió entre las hojas de un rosal,
y nadó con peces en el coral.
Pero al final extrañó su lugar,
el cielo, su hogar, para brillar.

Así, la estrella volvió a su rincón,
donde podía brillar con el corazón.
Y aunque el mundo le encantó explorar,
sabía que su lugar era el cielo estelar. 🌟🌍

POEMA " LA MARIPOSA Y EL VIENTO"

 "La mariposa y el viento"

En un jardín de colores brillantes,
volaba una mariposa elegante.
Sus alas eran de un arcoíris sin fin,
y danzaba feliz entre el jazmín.

—¡Mariposa, ven a jugar!—
le dijo el viento, al pasar.
—Yo puedo llevarte hasta las estrellas,
donde las nubes son suaves y bellas—.

La mariposa rió con emoción,
y siguió el viento sin dilación.
Juntos volaron sobre el río plateado,
y por los campos llenos de prado.

—¡Qué alto llegamos!— exclamó ella,
mientras brillaba la tarde tan bella.
Pero aunque el cielo la hizo soñar,
el jardín la quiso abrazar.

—Gracias, viento, por la aventura,
pero mi hogar tiene la dulzura—.
Y al regresar al rosal florido,
la mariposa se sintió feliz y divertida.

Así, entre juegos y nuevas canciones,
la mariposa vivió mil emociones.
Porque aunque el viento la hizo volar,
su hogar siempre la hará regresar. 🦋🌸

FÁBULA " La Cigüeña y el Zorro"

 La Cigüeña y el Zorro

Un día, el zorro, conocido por ser astuto y bromista, decidió invitar a su amiga, la cigüeña, a cenar en su casa. Quería jugarle una broma, así que preparó una sopa muy líquida y la sirvió en platos llanos. Cuando la cigüeña llegó, el zorro, con una sonrisa traviesa, dijo:

—¡Bienvenida, amiga cigüeña! He preparado una deliciosa cena para ti. Por favor, sírvete.

La cigüeña, con su largo pico, intentó tomar la sopa del plato llano, pero no podía. Solo podía mojar un poco la punta de su pico en el líquido, mientras el zorro, con su hocico, lamía la sopa con facilidad y se reía para sí.

—¿Qué pasa, cigüeña?— preguntó el zorro, fingiendo sorpresa. —¿No te gusta mi sopa?

La cigüeña, aunque molesta, mantuvo la calma y sonrió con cortesía. —La sopa está deliciosa, querido zorro, pero quizás mis modales no son tan refinados como los tuyos. Deberías venir a mi casa mañana para que te prepare algo especial como agradecimiento por esta cena tan... peculiar.

Al día siguiente, el zorro llegó a la casa de la cigüeña, esperando disfrutar de una buena comida. La cigüeña lo recibió amablemente y le dijo:

—He preparado un banquete especialmente para ti. Espero que lo disfrutes tanto como yo disfruté tu cena.

La cigüeña trajo una deliciosa comida, pero la sirvió en jarras largas y estrechas, que eran perfectas para su largo pico. El zorro, por más que intentaba meter su hocico en las jarras, no podía alcanzar la comida. Mientras la cigüeña comía con tranquilidad, el zorro, frustrado, se quedó con hambre.

—¿Qué te sucede, zorro?— preguntó la cigüeña con una sonrisa. —¿No te gusta mi comida?

El zorro, avergonzado, comprendió la lección. —He aprendido mi lección— dijo el zorro. —No debería haberme burlado de ti con mi broma. Ahora veo lo que se siente cuando uno no puede disfrutar de la comida que le ofrecen.

La cigüeña, satisfecha con la lección que le había dado, respondió: —Es importante tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran. Solo así podemos disfrutar de una verdadera amistad.

Moraleja: Trata a los demás con respeto y no te burles de ellos, pues el mal que causes podría volver a ti.

FÁBULA " EL PAVO REAL Y EL CUERVO"

 El Pavo Real y el Cuervo

Había una vez un pavo real que vivía en un hermoso jardín, rodeado de flores y árboles. Sus plumas eran de colores vibrantes, y todos los animales lo admiraban por su belleza. El pavo real, sabiendo lo hermoso que era, se paseaba con orgullo, mostrando sus brillantes plumas a quien quisiera verlas.

Un día, un cuervo negro y simple se posó en una rama cercana y observó cómo el pavo real presumía su plumaje. El cuervo, que no tenía plumas coloridas ni atención de los demás animales, suspiró y pensó: "Ojalá tuviera plumas tan hermosas como las del pavo real. Entonces, todos me admirarían."

El cuervo, sintiéndose triste por su apariencia, voló hasta un rincón del jardín, donde nadie pudiera verlo. Allí encontró algunas plumas caídas del pavo real. Con gran esfuerzo, comenzó a pegarlas a su propio plumaje, intentando parecerse al pavo real.

Cuando terminó, el cuervo se miró en el reflejo del estanque. Aunque algunas plumas de colores decoraban su cuerpo negro, aún se veía extraño y desordenado. A pesar de ello, decidió regresar con los demás animales para mostrar su "nueva apariencia".

Al llegar, los animales se rieron al ver al cuervo cubierto de plumas ajenas. El pavo real, al verlo, sonrió y le dijo: —Cuervo, esas plumas no te pertenecen. Por más que intentes parecerte a mí, no cambiarán lo que realmente eres.

El cuervo, avergonzado, se quitó las plumas del pavo real y se dio cuenta de que no necesitaba tratar de ser alguien más. Voló de regreso a su rama y, desde entonces, aprendió a aceptar su apariencia.

Con el tiempo, el cuervo comprendió que, aunque no tenía plumas brillantes, poseía cualidades que lo hacían especial, como su inteligencia y su habilidad para volar grandes distancias.

Moraleja: No trates de ser alguien que no eres. Todos tenemos cualidades que nos hacen únicos, y la verdadera belleza está en aceptar y valorar quiénes somos.

FÁBULA " EL BURRO Y LA FUENTE MÁGICA"

 El Burro y la Fuente Mágica

Había una vez un burro que trabajaba incansablemente en la granja, cargando pesadas sacas de grano y agua todos los días. Estaba cansado y soñaba con una vida más fácil, sin tantas responsabilidades ni trabajo.

Un día, mientras caminaba por un sendero hacia el campo, el burro se encontró con una fuente mágica en el bosque. La fuente tenía un brillo especial, y al acercarse, escuchó una voz que le susurraba:

—Bebe de mis aguas, y tu vida cambiará para siempre.

El burro, tentado por la idea de cambiar su destino, bebió un largo sorbo de la fuente mágica. De repente, sintió una gran transformación. En lugar de su cuerpo pesado y cansado, ahora tenía el cuerpo de un caballo joven, fuerte y elegante.

—¡Esto es maravilloso!— exclamó el burro, o mejor dicho, el caballo. —Ya no tendré que cargar sacas pesadas ni trabajar tan duro. Ahora viviré como un noble caballo.

Con su nuevo cuerpo, el burro se fue al pueblo, seguro de que los humanos lo tratarían con respeto y lo cuidarían. Pero al llegar, fue capturado por un grupo de soldados que lo confundieron con un caballo de guerra. Lo llevaron a las caballerizas, lo equiparon con armadura y lo prepararon para una gran batalla.

El burro, ahora caballo, estaba aterrorizado. Nunca había luchado antes y no tenía idea de cómo comportarse en una batalla. Mientras los tambores de guerra resonaban, el burro añoraba su vida anterior.

—Preferiría cargar sacas y trabajar en la granja que enfrentarme a una batalla— pensó desesperado.

Durante la batalla, el burro, asustado y confundido, no sabía cómo moverse con la armadura pesada. Fue liberado por un soldado que, al verlo incapaz de luchar, lo dejó ir. El burro corrió tan rápido como pudo hacia la fuente mágica, decidido a recuperar su vida anterior.

—¡Fuente mágica!— gritó el burro. —Por favor, devuélveme mi forma original. No quiero ser un caballo; prefiero ser un burro trabajador.

La fuente, con su suave brillo, concedió el deseo del burro, y este volvió a ser el mismo de antes. Aunque cansado y con su cuerpo pesado, el burro estaba agradecido por tener su vida tranquila de vuelta. A partir de ese día, trabajó con más ánimo, entendiendo que cada vida tiene su propósito y sus propios desafíos.

Moraleja: A veces, deseamos una vida diferente sin darnos cuenta de que nuestros problemas pueden ser preferibles a los desafíos desconocidos. Apreciar lo que tenemos es una gran lección de sabiduría.

CUENTO " LA LUCIERNAGA QUE TENIA MIEDO DE BRILLAR"

"La Luciérnaga que Tenía Miedo de Brillar"

En un rincón del bosque, vivía una pequeña luciérnaga llamada Lía. Como todas las luciérnagas, Lía tenía la habilidad de brillar en la oscuridad, pero había un problema: le daba miedo que los demás la vieran. Pensaba que si brillaba demasiado, los animales grandes del bosque la notarían y la podrían atrapar.

Cada noche, cuando el resto de las luciérnagas salían a iluminar el cielo, Lía se escondía entre las hojas, observando desde lejos cómo sus amigos volaban, llenando el bosque de pequeñas luces danzantes.

—¿Por qué no vienes a volar con nosotros, Lía? —le preguntaba su amigo Tito—. Es tan bonito cuando todos brillamos juntos.

—No quiero —contestaba Lía—. ¿Y si alguien me ve y me atrapa? Prefiero estar segura aquí, escondida.

Tito, sin insistir, le sonreía y seguía volando con el resto. Pero Lía, a pesar de estar a salvo, no podía evitar sentir tristeza al perderse la belleza de la noche.

Una noche, mientras el bosque dormía bajo el cielo estrellado, Lía escuchó un sollozo. Era una pequeña oruga llamada Nita, que estaba perdida entre la oscuridad.

—¿Qué te pasa, Nita? —preguntó Lía desde su escondite.

—Me he perdido —dijo Nita entre lágrimas—. No puedo encontrar mi árbol y todo está muy oscuro.

Lía sabía que si brillaba, podría ayudar a Nita a encontrar su camino, pero también temía que otros animales la vieran. Se debatió por un momento, pero al ver lo asustada que estaba la oruga, decidió enfrentarse a su miedo. Cerró los ojos y, con suavidad, comenzó a brillar.

La luz de Lía iluminó suavemente el camino, y Nita, aliviada, pudo ver por dónde ir.

—¡Gracias, Lía! —exclamó la oruga—. Tu luz es hermosa. Ahora podré volver a casa.

Lía sonrió tímidamente. Cuando Nita se fue, Lía pensó que tal vez no era tan peligroso brillar después de todo. De repente, una suave voz detrás de ella le dijo:

—Es maravilloso ver tu luz, Lía.

Era Tito, que había visto todo desde las sombras. Lía, sorprendida, intentó apagarse, pero Tito la detuvo.

—No deberías esconder lo que te hace especial. Tu luz no solo es hermosa, sino que puede ayudar a los demás —dijo Tito con una cálida sonrisa.

Lía se quedó pensando en lo que había hecho. Esa noche, había ayudado a alguien porque había decidido no ocultar su brillo. Quizá su miedo no era tan fuerte como pensaba.

Desde entonces, Lía comenzó a salir de su escondite poco a poco, volando junto a sus amigos luciérnagas. Descubrió que al brillar, no solo iluminaba el bosque, sino que también iluminaba su propio corazón. Y aunque a veces seguía sintiendo un poco de miedo, sabía que su luz era un regalo que debía compartir con el mundo.

Fin.

CUENTO " EL GATO QUE QUERÍA SER AMIGO DEL PERRO"

 "El Gato que Quería Ser Amigo del Perro"

En una acogedora casa de campo, vivía un gato llamado Mino. Mino era curioso y aventurero, pero tenía un pequeño problema: en el jardín vivía un perro llamado Rex, y todos le decían que los gatos y los perros nunca podían ser amigos.

—Los perros son ruidosos y desordenados —decían los otros gatos de la zona—. ¡Es mejor mantenerse lejos de ellos!

Pero Mino no estaba de acuerdo. Siempre había observado a Rex desde lejos, y aunque el perro ladraba mucho y corría sin parar, parecía ser un buen compañero. Mino decidió que quería ser su amigo.

Un día, mientras Rex jugaba con una pelota en el jardín, Mino se armó de valor y se acercó. Al principio, Rex lo miró sorprendido y comenzó a ladrar emocionado, moviendo su cola. Mino, asustado por el ruido, dio un salto hacia atrás.

—¡No tengas miedo! —gritó Rex—. Solo estoy emocionado de verte. Nunca he tenido un amigo gato antes.

Mino, todavía nervioso, le contestó:

—Siempre me han dicho que los perros y los gatos no pueden ser amigos.

Rex, con una gran sonrisa, movió su cola aún más rápido.

—¡Eso es una tontería! La amistad no tiene reglas. Solo hay que intentarlo.

Mino se quedó pensando. Rex parecía realmente amistoso, así que decidió darle una oportunidad. Poco a poco, comenzaron a pasar más tiempo juntos. Al principio, jugaban con distancia, pero con el tiempo, Mino se dio cuenta de que Rex no era tan aterrador como pensaba. De hecho, era muy divertido.

Pasaban las tardes corriendo por el jardín: Rex con su pelota y Mino persiguiendo mariposas. Aunque eran diferentes en muchas cosas, compartían el amor por la aventura y la diversión.

Una tarde, mientras jugaban, los demás gatos se acercaron curiosos. No podían creer lo que veían: un gato y un perro jugando juntos como amigos.

—¿Cómo lo haces, Mino? —preguntó uno de los gatos.

Mino sonrió y les dijo:

—Rex y yo somos diferentes, pero eso no significa que no podamos ser amigos. Solo hay que conocerse y respetarse.

Los demás gatos, inspirados por el valor de Mino, empezaron a acercarse a Rex poco a poco. Al cabo de unos días, el jardín de la casa de campo estaba lleno de gatos y perros corriendo y jugando juntos.

Mino había demostrado que, aunque alguien sea diferente, la amistad puede florecer si se da una oportunidad. Desde ese día, el gato y el perro se convirtieron en los mejores amigos, y la casa de campo nunca volvió a ser la misma sin sus risas y carreras por el jardín.

Fin.

CUENTO " EL RATÓN QUE QUERÍA SER GRANDE"

 "El Ratón que Quería Ser Grande"

En un rincón del bosque vivía un pequeño ratón llamado Martín. Aunque Martín era muy ágil y astuto, siempre deseaba ser más grande. Cada vez que veía a los ciervos altos o a los poderosos osos caminar por el bosque, sentía envidia.

—Si fuera grande como ellos, nadie me asustaría, y podría hacer cosas increíbles —pensaba Martín—. ¡Sería el rey del bosque!

Sus amigos, el conejo y la ardilla, siempre le decían que ser pequeño tenía sus ventajas, pero Martín no los escuchaba. Un día, decidió hacer algo al respecto. Subió a una colina y gritó al cielo:

—¡Ojalá fuera grande, muy grande!

De repente, un búho viejo y sabio que lo había escuchado desde lo alto de un árbol se posó junto a él.

—Martín, ¿por qué deseas ser grande? —preguntó el búho.

—Si fuera grande, nadie me pisaría sin querer, podría alcanzar las mejores frutas y todos me respetarían —contestó Martín.

El búho, con sus grandes ojos, lo miró detenidamente y le dijo:

—A veces, lo que parece una ventaja también puede ser un desafío. No subestimes tu tamaño, pequeño Martín. Cada criatura en el bosque tiene un lugar y un propósito.

Pero Martín seguía convencido de que ser grande lo haría más fuerte y feliz. Unos días después, mientras exploraba el bosque, Martín escuchó unos rugidos. Era Bruno, el oso, que estaba atrapado entre unos arbustos espinosos. Al ser tan grande, había quedado atorado al intentar pasar por un sendero estrecho.

—¡Ayuda! —rugía Bruno—. ¡No puedo salir!

Martín, sin dudarlo, corrió hacia el lugar. Como era pequeño y ágil, pudo deslizarse fácilmente entre las ramas y morder los espinos que atrapaban a Bruno. Poco a poco, el oso logró liberarse.

—¡Gracias, pequeño Martín! —dijo Bruno, agradecido—. Si no fuera por tu tamaño, habría estado atrapado mucho tiempo.

Martín se quedó sorprendido. Nunca había pensado que su tamaño pudiera ser útil para ayudar a alguien tan grande como Bruno. Esa noche, mientras regresaba a su madriguera, se dio cuenta de que, aunque era pequeño, podía hacer grandes cosas. Comprendió que no era el tamaño lo que importaba, sino lo que cada uno hacía con lo que tenía.

Desde ese día, Martín dejó de desear ser grande. Se sentía feliz siendo él mismo, sabiendo que su pequeño tamaño lo hacía especial y capaz de resolver problemas que otros no podían.

Y así, el pequeño ratón se convirtió en un héroe en el bosque, no por ser grande, sino por tener un gran corazón.

Fin.

FÁBULA " LA ARDILLA Y EL BÚHO SABIO"

 La Ardilla y el Búho Sabio

En un frondoso bosque, vivía una ardilla que siempre estaba corriendo de un lado a otro, recolectando nueces y guardándolas para el invierno. Era rápida y eficiente, pero nunca se detenía a descansar o a disfrutar del día. Cerca de allí, en un árbol viejo y alto, vivía un búho sabio que observaba todo lo que sucedía en el bosque.

Un día, mientras la ardilla corría de un árbol a otro, el búho decidió hablar con ella.

—Ardilla, te veo trabajar sin descanso todos los días— dijo el búho con voz tranquila. —Pero, ¿alguna vez te detienes a disfrutar del sol, del viento en los árboles, o de los momentos tranquilos?

La ardilla, que estaba apurada, respondió: —No tengo tiempo para eso, Búho. Si no recolecto suficientes nueces ahora, cuando llegue el invierno, no tendré nada para comer.

El búho asintió y, con paciencia, le dijo: —Es admirable que pienses en el futuro, pero también es importante vivir el presente. Si no te tomas un momento para disfrutar del hoy, tu esfuerzo será en vano. La vida no se trata solo de trabajar.

La ardilla, algo desconcertada, no le dio mucha importancia a las palabras del búho y continuó con su labor. Pero al cabo de unos días, agotada por el trabajo constante, se dio cuenta de que estaba tan cansada que ya no podía correr tan rápido como antes. Se sentía débil y fatigada, y empezó a temer que no llegaría a completar su recolección.

Recordando las palabras del búho, la ardilla decidió tomar un descanso. Se subió a una rama alta, se tumbó y observó el cielo. Sintió el calor del sol, la brisa fresca y el suave balanceo de los árboles. Por primera vez en mucho tiempo, se permitió disfrutar del momento.

Al día siguiente, con energías renovadas, la ardilla continuó su trabajo, pero esta vez, se tomaba pequeños descansos para disfrutar del bosque. Así, no solo logró reunir suficientes nueces, sino que también aprendió a encontrar equilibrio entre el trabajo y el disfrute de la vida.

El búho, al ver esto desde lo alto, sonrió, sabiendo que la ardilla había comprendido su lección.

Moraleja: Es importante trabajar para el futuro, pero también es esencial disfrutar del presente. El equilibrio entre ambos es la clave para una vida plena y feliz.

FÁBULA " EL GALLO Y EL PERRO DORMILÓN"

 El Gallo y el Perro Dormilón

En una granja vivían un gallo y un perro. El gallo era conocido por ser muy puntual: cada mañana, al amanecer, cantaba fuerte para despertar a todos los animales y comenzar el día. Por otro lado, el perro era muy perezoso y siempre prefería dormir hasta tarde, sin importar lo que pasara.

Un día, el perro, molesto por los cantos del gallo, decidió que ya había tenido suficiente. Se acercó al gallo y le dijo con tono irritado:

—¡Gallo! ¿Por qué siempre tienes que cantar tan temprano? Algunos de nosotros preferimos dormir más tiempo. No todos necesitamos levantarnos al amanecer.

El gallo, sorprendido por las palabras del perro, respondió con calma: —Mi trabajo es despertar a la granja para que todo funcione a tiempo. Si no canto temprano, las labores se retrasarían, y la granja no funcionaría como debe.

Pero el perro, que solo pensaba en su propio descanso, insistió: —¡Canta más tarde! Seguro no habrá problema si nos levantamos un poco después.

El gallo, sabio y responsable, decidió hacerle caso al perro por un día, solo para demostrarle la importancia de su trabajo. Al día siguiente, el gallo no cantó al amanecer. El sol ya estaba alto cuando finalmente cantó, y los animales despertaron mucho más tarde de lo habitual.

Las vacas no fueron ordeñadas a tiempo, las gallinas no pusieron sus huevos como siempre, y los agricultores llegaron tarde a sus tareas. La granja se sumió en el caos, todo por no seguir el ritmo del gallo.

El perro, al ver el desastre que había causado, se dio cuenta de su error. Se acercó al gallo, avergonzado, y le dijo: —Tienes razón, gallo. Tu canto es más importante de lo que pensaba. Perdóname por ser tan egoísta y no ver lo esencial que eres para la granja.

El gallo, con una sonrisa amable, respondió: —No te preocupes, amigo. A veces, necesitamos aprender por nosotros mismos por qué cada uno tiene su papel. Mañana cantaré a tiempo, como siempre.

Desde entonces, el perro no volvió a quejarse del canto del gallo y comprendió que cada tarea, por pequeña que parezca, es importante para el buen funcionamiento de todo.

Moraleja: Todos los trabajos y responsabilidades son importantes, y aunque no siempre lo parezcan, tienen su razón de ser.

FÁBULA " EL MONO Y EL DELFÍN CURIOSO"

 El Mono y el Delfín Curioso

Había una vez un mono que vivía cerca de la costa, y aunque adoraba los árboles, siempre soñaba con conocer el océano. Un día, mientras observaba el mar desde una rama, un delfín curioso se acercó nadando.

—¡Hola, mono!— dijo el delfín. —He escuchado que los monos son muy inteligentes. ¿Te gustaría explorar el océano conmigo? Te puedo llevar en mi lomo para que veas lo maravilloso que es bajo el agua.

El mono, emocionado por la idea, aceptó de inmediato sin pensarlo mucho.

—¡Claro que sí!— respondió el mono, saltando desde la rama al lomo del delfín.

Juntos comenzaron su viaje. El delfín nadaba rápido y ágilmente, y el mono disfrutaba de la brisa marina y el horizonte azul. Sin embargo, a medida que se alejaban de la costa, el mono empezó a preocuparse.

—¿Hasta dónde iremos?— preguntó el mono, mirando hacia la tierra que poco a poco se hacía más pequeña.

—Vamos a las profundidades— dijo el delfín con entusiasmo. —Allí te mostraré cosas que nunca has visto.

El mono, inquieto, comenzó a sentir miedo. —Pero no sé nadar— dijo en voz baja. —Si caigo al agua, me ahogaré.

El delfín, que no había pensado en esto antes, se detuvo y miró al mono. —Tienes razón. Me dejé llevar por la emoción de la aventura y no pensé en tu seguridad.

En ese momento, una ola más grande golpeó al delfín, y el mono, asustado, estuvo a punto de caer al agua. Afortunadamente, el delfín reaccionó rápidamente y nadó de regreso hacia la costa con cuidado.

Cuando llegaron a la orilla, el mono bajó del lomo del delfín, aliviado pero agradecido por la experiencia.

—Gracias por mostrarme el océano— dijo el mono. —Pero la próxima vez, debemos pensar en los riesgos antes de lanzarnos a la aventura.

El delfín, asintiendo con la cabeza, respondió: —Tienes razón, amigo mono. La curiosidad es maravillosa, pero también debemos ser conscientes de nuestras limitaciones y del entorno. Aprendí una lección hoy.

Moraleja: La curiosidad y el deseo de aventura son importantes, pero debemos ser conscientes de nuestras limitaciones y pensar en los riesgos antes de actuar.

FÁBULA " EL RATÓN Y LA RANA IMPULSIVA"

 El Ratón y la Rana Impulsiva

En un pequeño arroyo vivían un ratón y una rana. Aunque venían de mundos diferentes, se conocían desde hacía tiempo. La rana, siempre inquieta y llena de energía, era conocida por su impulsividad, mientras que el ratón, más tranquilo, prefería pensar antes de actuar.

Un día, la rana propuso una idea al ratón. —¡Vamos a explorar el otro lado del arroyo!— dijo emocionada. —Podemos atarnos una cuerda entre nosotros para cruzar juntos, así no te perderás en el agua.

El ratón, que no sabía nadar, dudó al principio, pero la insistencia de la rana lo convenció. —Está bien—, dijo, —pero debes tener cuidado y nadar despacio para que no me ahogue.

La rana ató la cuerda al ratón y se lanzó al agua, emocionada por la aventura. Al principio, nadó lentamente, y el ratón se sintió seguro. Pero pronto, la rana comenzó a nadar más rápido, olvidándose de su amigo. Saltaba y se sumergía en el agua sin pensar en las consecuencias.

—¡Rana, detente!— gritaba el ratón, arrastrado por la corriente y luchando por mantenerse a flote. Pero la rana, emocionada por su propia diversión, no lo escuchaba.

De repente, un halcón que sobrevolaba el arroyo vio al ratón luchando en el agua. Pensando que sería una presa fácil, el halcón descendió en picado y atrapó al ratón con sus garras. Al sentir el tirón de la cuerda, la rana también fue arrastrada hacia el cielo junto con el ratón.

Ambos estaban en grave peligro. Fue entonces cuando la rana, al darse cuenta de las consecuencias de su imprudencia, trató de zafarse de la cuerda, pero ya era demasiado tarde.

Por suerte para ellos, el halcón, confundido por el peso de la rana, soltó al ratón y se alejó volando. El ratón y la rana cayeron al suelo, sanos pero exhaustos.

El ratón, aun jadeando por la experiencia, miró a la rana y dijo: —Tu impulsividad nos ha puesto en peligro a ambos. Debemos pensar antes de actuar y considerar las consecuencias de nuestros actos.

La rana, avergonzada, asintió en silencio. Desde ese día, prometió no dejarse llevar por su entusiasmo sin antes pensar en los demás.

Moraleja: Actuar sin pensar puede ponernos a nosotros y a los demás en peligro. La prudencia y la consideración son necesarias para evitar problemas.

FÁBULA "EL CUERVO Y LA SERPIENTE CODICIOSA"

 El Cuervo y la Serpiente Codiciosa

Había una vez un cuervo que vivía en lo alto de un árbol. Desde su nido, observaba todo lo que sucedía en la llanura. Un día, el cuervo vio una serpiente deslizándose por la hierba, dirigiéndose hacia una roca donde había un huevo dorado, brillante como el sol.

La serpiente, codiciosa y ambiciosa, deseaba ese huevo para ella misma, aunque no tenía ni idea de si era comestible o valioso. Solo le importaba poseerlo.

El cuervo, que también tenía curiosidad por el huevo, decidió hablar con la serpiente.

—¿Por qué quieres ese huevo?— preguntó el cuervo desde las alturas. —¿Es realmente tan importante?

La serpiente, sin apartar la vista del huevo, respondió: —Lo quiero porque es raro y brillante. Si lo tengo, todos sabrán que soy la más poderosa de la llanura.

El cuervo, sabio y astuto, sonrió. —Te propongo un trato. Yo puedo ayudarte a obtener el huevo sin que tengas que esforzarte. A cambio, compartirás conmigo lo que sea que encuentres dentro.

La serpiente, pensando que el cuervo sería fácil de engañar, aceptó. El cuervo voló hasta la roca, levantó el huevo con su pico y lo llevó al nido. Desde ahí, dejó caer una piedra en el lugar donde antes estaba el huevo.

—Sube aquí— dijo el cuervo. —Cuando el huevo esté abierto, compartiremos el tesoro.

La serpiente, ansiosa por su codicia, comenzó a subir el árbol lentamente. Pero antes de llegar al nido, el cuervo lanzó el huevo dorado al suelo. Cuando el huevo se rompió, resultó estar vacío por dentro, hecho solo de oro por fuera, pero sin valor alguno para comer o usar.

La serpiente, furiosa por haber sido engañada tanto por el huevo como por el cuervo, comprendió que su codicia la había llevado a perder el tiempo. Mientras tanto, el cuervo, satisfecho de no haber caído en la tentación, voló feliz hacia otro árbol.

Moraleja: La codicia y el deseo desmedido por lo que brilla pueden llevarnos a perder el tiempo persiguiendo lo que no tiene valor real.

POEMA "El pingüino explorador"

 "El pingüino explorador"

Había un pingüino en el frío glaciar,
que soñaba con viajar y viajar.
Con su bufanda roja y su gorro azul,
quería cruzar el mar hasta el sur.

—¡Voy a explorar el mundo entero!—

dijo valiente, con paso ligero.
—Quiero ver montañas, selvas y más,
y conocer amigos en cada lugar—.

Saltó al agua con gran emoción,
y nadó sin parar con gran precisión.
Los peces le saludaban al pasar,
y una ballena le quiso acompañar.

—Ven conmigo a las aguas profundas—,
dijo la ballena, muy oportuna.
Pero el pingüino con gran ilusión,
siguió su viaje hacia otro rincón.

Vio islas llenas de palmeras,
y desiertos de arenas ligeras.
Porque el pingüino en su corazón,
llevaba siempre una gran canción.

Así, el pingüino exploró sin fin,
hasta que el sol se escondió por el confín.
Y aunque volvió al frío glaciar,
sus aventuras nunca dejaría de soñar. 🐧🌊

POEMA " EL OSITO DORMILÓN"

 "El osito dormilón"

Había un osito en el bosque gris,
que siempre dormía muy, muy feliz.
Con su manta suave y su almohadita,

Soñaba con miel y alguna estrellita.

—¡Osito, osito, ven a jugar!—
le dijo un zorro al pasar.
Pero el osito solo bostezó,
y a su cueva pronto volvió.

—Estoy soñando con un gran festín,
de dulces, mieles y pastel de jazmín.
Voy a invitar a mis amigos,
a un pícnic en los campos floridos—.

El sol brillaba y el viento corría,
pero el osito solo dormía.
Los pájaros cantaban desde el pino,
y él soñaba con un río cristalino.

Así pasó todo el día encantado,
entre sueños y abrazos bien acurrucado.
Porque el osito, en su corazón,
sabía que dormir es pura diversión. 🐻💤

POEMA " EL CONEJO Y LA LUNA"

 "El conejo y la luna"

Un conejito blanco y saltarín,

Soñaba con llegar hasta el jardín,
donde la luna llena brillaba,
y en sus sueños él la alcanzaba.

—¡Salta, salta!— decía el conejo,
mirando al cielo, todo de espejo.
—Quiero tocar esa luz tan clara,
y saltar con ella hasta la mañana—.

Las estrellas brillaban desde lejos,
y el viento le susurraba consejos:
—Pequeño amigo, no te preocupes,
la luna te cuida aunque no subes—.

Pero el conejito siguió saltando,
y de tanto esfuerzo quedó soñando.
En su sueño vio la luna bajar,
y juntos se pusieron a bailar.

Bailaron bajo el cielo estrellado,
y el conejo feliz quedó encantado.
Porque a veces, con solo soñar,
podemos llegar a cualquier lugar. 🌙🐇