CUENTO " EL GATO QUE QUERÍA SER AMIGO DEL PERRO"

 "El Gato que Quería Ser Amigo del Perro"

En una acogedora casa de campo, vivía un gato llamado Mino. Mino era curioso y aventurero, pero tenía un pequeño problema: en el jardín vivía un perro llamado Rex, y todos le decían que los gatos y los perros nunca podían ser amigos.

—Los perros son ruidosos y desordenados —decían los otros gatos de la zona—. ¡Es mejor mantenerse lejos de ellos!

Pero Mino no estaba de acuerdo. Siempre había observado a Rex desde lejos, y aunque el perro ladraba mucho y corría sin parar, parecía ser un buen compañero. Mino decidió que quería ser su amigo.

Un día, mientras Rex jugaba con una pelota en el jardín, Mino se armó de valor y se acercó. Al principio, Rex lo miró sorprendido y comenzó a ladrar emocionado, moviendo su cola. Mino, asustado por el ruido, dio un salto hacia atrás.

—¡No tengas miedo! —gritó Rex—. Solo estoy emocionado de verte. Nunca he tenido un amigo gato antes.

Mino, todavía nervioso, le contestó:

—Siempre me han dicho que los perros y los gatos no pueden ser amigos.

Rex, con una gran sonrisa, movió su cola aún más rápido.

—¡Eso es una tontería! La amistad no tiene reglas. Solo hay que intentarlo.

Mino se quedó pensando. Rex parecía realmente amistoso, así que decidió darle una oportunidad. Poco a poco, comenzaron a pasar más tiempo juntos. Al principio, jugaban con distancia, pero con el tiempo, Mino se dio cuenta de que Rex no era tan aterrador como pensaba. De hecho, era muy divertido.

Pasaban las tardes corriendo por el jardín: Rex con su pelota y Mino persiguiendo mariposas. Aunque eran diferentes en muchas cosas, compartían el amor por la aventura y la diversión.

Una tarde, mientras jugaban, los demás gatos se acercaron curiosos. No podían creer lo que veían: un gato y un perro jugando juntos como amigos.

—¿Cómo lo haces, Mino? —preguntó uno de los gatos.

Mino sonrió y les dijo:

—Rex y yo somos diferentes, pero eso no significa que no podamos ser amigos. Solo hay que conocerse y respetarse.

Los demás gatos, inspirados por el valor de Mino, empezaron a acercarse a Rex poco a poco. Al cabo de unos días, el jardín de la casa de campo estaba lleno de gatos y perros corriendo y jugando juntos.

Mino había demostrado que, aunque alguien sea diferente, la amistad puede florecer si se da una oportunidad. Desde ese día, el gato y el perro se convirtieron en los mejores amigos, y la casa de campo nunca volvió a ser la misma sin sus risas y carreras por el jardín.

Fin.