El Gallo y el Perro Dormilón
En una granja vivían un gallo y un perro. El gallo era conocido por ser muy puntual: cada mañana, al amanecer, cantaba fuerte para despertar a todos los animales y comenzar el día. Por otro lado, el perro era muy perezoso y siempre prefería dormir hasta tarde, sin importar lo que pasara.
Un día, el perro, molesto por los cantos del gallo, decidió que ya había tenido suficiente. Se acercó al gallo y le dijo con tono irritado:
—¡Gallo! ¿Por qué siempre tienes que cantar tan temprano? Algunos de nosotros preferimos dormir más tiempo. No todos necesitamos levantarnos al amanecer.
El gallo, sorprendido por las palabras del perro, respondió con calma: —Mi trabajo es despertar a la granja para que todo funcione a tiempo. Si no canto temprano, las labores se retrasarían, y la granja no funcionaría como debe.
Pero el perro, que solo pensaba en su propio descanso, insistió: —¡Canta más tarde! Seguro no habrá problema si nos levantamos un poco después.
El gallo, sabio y responsable, decidió hacerle caso al perro por un día, solo para demostrarle la importancia de su trabajo. Al día siguiente, el gallo no cantó al amanecer. El sol ya estaba alto cuando finalmente cantó, y los animales despertaron mucho más tarde de lo habitual.
Las vacas no fueron ordeñadas a tiempo, las gallinas no pusieron sus huevos como siempre, y los agricultores llegaron tarde a sus tareas. La granja se sumió en el caos, todo por no seguir el ritmo del gallo.
El perro, al ver el desastre que había causado, se dio cuenta de su error. Se acercó al gallo, avergonzado, y le dijo: —Tienes razón, gallo. Tu canto es más importante de lo que pensaba. Perdóname por ser tan egoísta y no ver lo esencial que eres para la granja.
El gallo, con una sonrisa amable, respondió: —No te preocupes, amigo. A veces, necesitamos aprender por nosotros mismos por qué cada uno tiene su papel. Mañana cantaré a tiempo, como siempre.
Desde entonces, el perro no volvió a quejarse del canto del gallo y comprendió que cada tarea, por pequeña que parezca, es importante para el buen funcionamiento de todo.
Moraleja: Todos los trabajos y responsabilidades son importantes, y aunque no siempre lo parezcan, tienen su razón de ser.