El Burro y la Fuente Mágica
Había una vez un burro que trabajaba incansablemente en la granja, cargando pesadas sacas de grano y agua todos los días. Estaba cansado y soñaba con una vida más fácil, sin tantas responsabilidades ni trabajo.
Un día, mientras caminaba por un sendero hacia el campo, el burro se encontró con una fuente mágica en el bosque. La fuente tenía un brillo especial, y al acercarse, escuchó una voz que le susurraba:
—Bebe de mis aguas, y tu vida cambiará para siempre.
El burro, tentado por la idea de cambiar su destino, bebió un largo sorbo de la fuente mágica. De repente, sintió una gran transformación. En lugar de su cuerpo pesado y cansado, ahora tenía el cuerpo de un caballo joven, fuerte y elegante.
—¡Esto es maravilloso!— exclamó el burro, o mejor dicho, el caballo. —Ya no tendré que cargar sacas pesadas ni trabajar tan duro. Ahora viviré como un noble caballo.
Con su nuevo cuerpo, el burro se fue al pueblo, seguro de que los humanos lo tratarían con respeto y lo cuidarían. Pero al llegar, fue capturado por un grupo de soldados que lo confundieron con un caballo de guerra. Lo llevaron a las caballerizas, lo equiparon con armadura y lo prepararon para una gran batalla.
El burro, ahora caballo, estaba aterrorizado. Nunca había luchado antes y no tenía idea de cómo comportarse en una batalla. Mientras los tambores de guerra resonaban, el burro añoraba su vida anterior.
—Preferiría cargar sacas y trabajar en la granja que enfrentarme a una batalla— pensó desesperado.
Durante la batalla, el burro, asustado y confundido, no sabía cómo moverse con la armadura pesada. Fue liberado por un soldado que, al verlo incapaz de luchar, lo dejó ir. El burro corrió tan rápido como pudo hacia la fuente mágica, decidido a recuperar su vida anterior.
—¡Fuente mágica!— gritó el burro. —Por favor, devuélveme mi forma original. No quiero ser un caballo; prefiero ser un burro trabajador.
La fuente, con su suave brillo, concedió el deseo del burro, y este volvió a ser el mismo de antes. Aunque cansado y con su cuerpo pesado, el burro estaba agradecido por tener su vida tranquila de vuelta. A partir de ese día, trabajó con más ánimo, entendiendo que cada vida tiene su propósito y sus propios desafíos.
Moraleja: A veces, deseamos una vida diferente sin darnos cuenta de que nuestros problemas pueden ser preferibles a los desafíos desconocidos. Apreciar lo que tenemos es una gran lección de sabiduría.