FÁBULA " LAS FLORES Y EL VIENTO"

 La fábula de las flores y el viento

En un colorido jardín, vivían varias flores que se enorgullecían de su belleza. Había rosas rojas, tulipanes amarillos, lirios blancos y margaritas. Cada una estaba convencida de ser la más hermosa y especial.

Un día, el viento comenzó a soplar suavemente por el jardín. Las flores, que siempre habían estado acostumbradas a la tranquilidad, empezaron a agitarse y a murmurar entre ellas.

—¡Qué molesto es este viento! —dijo la rosa, sacudiendo sus pétalos con desdén.
—Sí, hace que mis hojas se desordenen —se quejó el tulipán.

El viento, al escuchar las quejas, decidió detenerse y dirigirse a las flores:
—Queridas flores, no pretendo molestarlas. Solo quiero compartir con ustedes la frescura de mi brisa.

Las flores, aún molestas, replicaron:
—Pero solo nos estás arruinando. Nos haces ver desaliñadas y nos arrancas nuestros pétalos.

El viento, con tristeza, se retiró del jardín. Durante varios días, el jardín quedó en calma, y las flores disfrutaron de la quietud. Sin embargo, algo empezó a cambiar. El aire se volvió pesado, y las hojas comenzaron a secarse. Sin el viento para llevar las nubes y la lluvia, el jardín se sentía sofocado.

Finalmente, las flores se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo. Entendieron que el viento no solo las agitaba, sino que también les traía la lluvia y dispersaba sus semillas, ayudando a que nuevas flores crecieran.

Arrepentidas, las flores llamaron al viento:
—¡Viento, por favor, vuelve! Hemos comprendido que no solo eres necesario, sino que nos ayudas a vivir y crecer.

El viento, escuchando su llamado, regresó al jardín. Esta vez, las flores lo recibieron con gratitud, permitiendo que sus pétalos danzaran al ritmo de la brisa, sabiendo que su presencia era vital para su supervivencia.

Moraleja: A veces, lo que parece una molestia es en realidad algo que nos beneficia. Debemos aprender a apreciar las cosas que nos rodean, incluso si no siempre son cómodas o agradables.