El Zorro y el Cuervo Vanidoso
Un astuto zorro, que pasaba por allí, vio al cuervo con el queso y decidió que quería probar ese manjar. Conociendo la vanidad de los cuervos, ideó un plan.
—¡Qué plumaje tan hermoso tienes, cuervo!— dijo el zorro, mirando al cuervo con admiración. —Debe ser que, con esa voz tan melodiosa como tus plumas, eres el mejor cantante de todo el bosque. ¡Si tan solo pudiera escuchar una nota de tu encantadora canción!
El cuervo, halagado por las palabras del zorro, infló el pecho, abrió su pico y dejó caer el queso para cantar. Pero antes de que pudiera emitir un sonido, el zorro atrapó el queso en el aire y lo devoró rápidamente.
—Gracias por el queso— dijo el zorro con una sonrisa. —Recuerda que no todos los que te alaban tienen buenas intenciones.
El cuervo, avergonzado, se quedó en silencio, aprendiendo una valiosa lección sobre la vanidad y la astucia.
Moraleja: No te dejes llevar por los halagos, pues no siempre son sinceros.