FÁBULA " EL ROBLE Y EL JUNCO"

 La fábula del roble y el junco

En un prado junto a un río crecían un robusto roble y un delgado junco. El roble, con su tronco grueso y sus ramas fuertes, miraba con desdén al junco que se inclinaba y balanceaba con cada soplo de viento.

Un día, el roble le dijo al junco:
—¡Mírate! Eres tan débil que con cualquier brisa te tambaleas. En cambio, yo soy fuerte y resistente. Ni los vientos más poderosos pueden hacerme mover.

El junco, aunque humilde, respondió con calma:
—Es cierto que me doblo con el viento, pero no me rompo. Tú, querido roble, eres fuerte, pero a veces la rigidez puede ser peligrosa.

El roble se rió a carcajadas, confiado en su fuerza.

Poco tiempo después, una tormenta terrible azotó el prado. El viento soplaba con furia, los truenos resonaban y la lluvia caía torrencialmente. El junco se doblaba y se balanceaba con el viento, pero nunca se rompía. Sin embargo, el roble, que se negaba a ceder, fue sacudido violentamente. Su tronco, por más fuerte que era, no pudo soportar la fuerza de la tormenta y acabó por quebrarse y caer.

Cuando la tormenta pasó, el roble yacía en el suelo, mientras que el junco seguía en pie, delgado y flexible como siempre.

El junco miró con tristeza al roble caído y susurró:
—A veces, la flexibilidad es la verdadera fortaleza.

Moraleja: La resistencia no siempre está en la fuerza, sino en la capacidad de adaptarse y ser flexible ante las adversidades.