La fábula del roble y el junco
En un prado junto a un río crecían un robusto roble y un delgado junco. El roble, con su tronco grueso y sus ramas fuertes, miraba con desdén al junco que se inclinaba y balanceaba con cada soplo de viento.
El roble se rió a carcajadas, confiado en su fuerza.
Poco tiempo después, una tormenta terrible azotó el prado. El viento soplaba con furia, los truenos resonaban y la lluvia caía torrencialmente. El junco se doblaba y se balanceaba con el viento, pero nunca se rompía. Sin embargo, el roble, que se negaba a ceder, fue sacudido violentamente. Su tronco, por más fuerte que era, no pudo soportar la fuerza de la tormenta y acabó por quebrarse y caer.
Cuando la tormenta pasó, el roble yacía en el suelo, mientras que el junco seguía en pie, delgado y flexible como siempre.
Moraleja: La resistencia no siempre está en la fuerza, sino en la capacidad de adaptarse y ser flexible ante las adversidades.