CUENTO PARA NIÑOS " EL SECRETO DEL BOSQUE DE LOS SUSURROS"

 El Secreto del Bosque de los Susurros


En un pequeño pueblo al borde de un bosque mágico, vivía una niña curiosa llamada Clara. El bosque era conocido como el Bosque de los Susurros porque, según las leyendas, los árboles podían hablar y contar historias secretas a aquellos que escucharan con atención.

Un día, mientras Clara paseaba cerca del bosque, escuchó un susurro especial que la llamó por su nombre.

—Clara, Clara… ven y escucha.

Intrigada, Clara siguió el susurro hasta una parte del bosque que nunca había explorado. Allí encontró una entrada oculta entre dos grandes robles, cubierta de flores brillantes y enredaderas verdes. Sin pensarlo dos veces, Clara entró.

Dentro de la entrada, descubrió un sendero que la llevó a un claro rodeado de árboles antiguos. En el centro del claro, había una gran piedra cubierta de musgo y flores, y sobre ella descansaba un libro dorado con páginas que brillaban suavemente.

—¿Qué será esto? —se preguntó Clara, mientras se acercaba al libro.

Cuando Clara tocó el libro, este se abrió por sí mismo y comenzó a leer en voz alta. Las palabras eran mágicas y contaban la historia de un dragón llamado Arlo que vivía en el corazón del bosque. Arlo tenía una misión importante: proteger una fuente mágica que mantenía el equilibrio del bosque, pero había perdido su poder porque se había puesto triste.

El libro decía que el único modo de devolverle la alegría al dragón y restaurar la magia del bosque era encontrar tres objetos especiales: una pluma dorada, una piedra azul brillante y una flor dorada.

Decidida a ayudar, Clara se embarcó en la búsqueda de los objetos. Primero, encontró la pluma dorada en un nido escondido en un alto árbol, donde un pájaro encantado la había guardado.

—Gracias por encontrarla —dijo el pájaro—. La pluma ha sido muy útil, pero ahora la piedra azul y la flor dorada te esperan.

Siguió su camino y llegó a un arroyo donde encontró la piedra azul brillante en el fondo, rodeada de peces mágicos que la cuidaban. Luego, la flor dorada crecía en un rincón soleado del bosque, donde los rayos de sol la iluminaban con una luz cálida.

Con los tres objetos en mano, Clara regresó al claro y colocó los objetos sobre la piedra mágica. De repente, la piedra comenzó a brillar y una brillante niebla dorada envolvió el bosque. El dragón Arlo apareció, radiante y feliz, con sus escamas reluciendo como nunca antes.

—¡Has restaurado la magia del bosque! —dijo Arlo, con voz profunda y agradecida—. Eres una verdadera amiga de la naturaleza.

Arlo le ofreció a Clara una pequeña medalla con el símbolo del bosque como agradecimiento. Clara la aceptó con gratitud y, después de despedirse de Arlo y los árboles susurrantes, regresó a su casa con una gran sonrisa en el rostro.

Desde entonces, Clara seguía visitando el Bosque de los Susurros, y siempre que escuchaba los susurros de los árboles, sabía que había un lugar especial donde la magia y la amistad se encontraban.

Fin

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