El Pequeño Dragón Azul y el Jardín de las Mariposas
En un rincón lejano del mundo, en una cueva escondida entre montañas cubiertas de nieve, vivía un pequeño dragón azul llamado Flix. Flix era diferente a los demás dragones de su clan. Mientras los dragones grandes y escurridizos disfrutaban de volar alto y escupir fuego, Flix prefería explorar el mundo que había más allá de su cueva.
Un día,
mientras Flix volaba cerca de un campo de flores, vio algo que llamó su atención: un jardín oculto rodeado por un arco iris de colores brillantes. Flix nunca había visto algo así antes. Se acercó con cautela y encontró una puerta dorada entre las enredaderas. La puerta estaba entreabierta y parecía invitarlo a entrar.
Al abrir la puerta, Flix se encontró en un jardín mágico lleno de flores que brillaban como estrellas y mariposas de colores vivos que danzaban en el aire. Las mariposas tenían alas que parecían hechas de cristal y reflejaban la luz del sol en todos los colores del arco iris.
De repente, una mariposa dorada se posó en el hombro de Flix. Su nombre era Maribel, la Reina de las Mariposas.
—¡Bienvenido al Jardín de las Mariposas, Flix! —dijo Maribel con una voz dulce y melodiosa—. Este jardín es un lugar especial donde las flores y las mariposas viven en armonía. Pero últimamente, el jardín ha perdido su brillo y magia porque la Fuente de la Luz ha dejado de funcionar.
Flix miró a su alrededor y vio que algunas flores parecían marchitas y las mariposas no volaban con la misma alegría. Decidió ayudar a Maribel y a sus amigas mariposas a restaurar la magia del jardín.
Maribel le explicó que la Fuente de la Luz estaba escondida en lo profundo del jardín, protegida por un hechizo que solo podía ser desbloqueado con tres objetos mágicos: una gota de rocío dorado, una pluma de pájaro del arco iris y una piedra de luz azul.
Flix emprendió la búsqueda de estos objetos. Primero, voló hasta un campo de flores donde encontró una gota de rocío dorado en una delicada flor. Luego, se aventuró a un árbol alto donde encontró una pluma de pájaro del arco iris que brillaba al sol. Finalmente, descendió a un lago cristalino y, con la ayuda de las mariposas, encontró una piedra de luz azul en el fondo del agua.
Con los tres objetos en su poder, Flix regresó al corazón del jardín. Maribel lo guió hasta la Fuente de la Luz, una fuente antigua con un pedestal en el centro. Flix colocó los objetos mágicos en el pedestal y, al instante, una brillante luz comenzó a emanar de la fuente.
La luz se extendió por todo el jardín, haciendo que las flores volvieran a cobrar vida y que las mariposas comenzaran a danzar con renovada alegría. El Jardín de las Mariposas estaba nuevamente lleno de magia y color.
Maribel y las demás mariposas agradecieron a Flix por su valentía y amabilidad. Le dieron una mariposa dorada como recuerdo de su aventura, y le prometieron que siempre sería bienvenido en su jardín mágico.
Flix regresó a su cueva con el corazón lleno de alegría y un pequeño secreto en su corazón: la magia del Jardín de las Mariposas siempre estaría cerca, y siempre podría regresar a él cuando quisiera.
Y así, el pequeño dragón azul continuó explorando el mundo, llevando consigo el recuerdo de su aventura y la certeza de que la magia se encuentra en los lugares más inesperados.