El León y el Ratón Agradecido
En una vasta selva, el Rey León paseaba majestuosamente entre los árboles. Un día, mientras se echaba una siesta bajo la sombra de un gran roble, un pequeño ratón, distraído, pasó corriendo sobre la pata del león.
El león, despertando bruscamente, atrapó al ratón con una de sus enormes garras. “¿Cómo te atreves a molestarme mientras duermo?” rugió el león. El ratón, temblando de miedo, respondió: “Por favor, perdóname, gran rey. No quise molestarte. Si me dejas ir, te lo recompensaré algún día.”
El león soltó una carcajada. “¿Tú, un pequeño ratón, ayudarme a mí, el Rey de la Selva? Eso es ridículo. Pero hoy estoy de buen humor, así que te dejaré ir.”
El ratón, agradecido, corrió hacia su madriguera, prometiendo no olvidar la bondad del león.
Unos días después, el león cayó en una trampa colocada por cazadores. Atrapado en una red, rugía furiosamente, pero no podía liberarse. Su fuerza no servía de nada contra las fuertes cuerdas.
El pequeño ratón escuchó los rugidos y reconoció la voz del león. Corrió hacia él y, con sus pequeños dientes afilados, comenzó a roer las cuerdas. Poco a poco, las cuerdas cedieron y el león quedó libre.
El león, sorprendido y agradecido, dijo: “Nunca imaginé que un día necesitaría tu ayuda, pequeño amigo. Gracias por salvarme.”
El ratón sonrió y respondió: “Incluso los más pequeños pueden ser de gran ayuda. Hoy te devuelvo el favor.”
Moraleja: Nunca subestimes el valor de los demás, por pequeños o débiles que parezcan. La bondad siempre puede ser recompensada cuando menos lo esperas.