CUENTO INFANTIL "LA PEQUEÑA ABEJA BUZZY"

 La pequeña abeja Buzzy 

Había una vez, en un campo lleno de flores de todos los colores, una abeja llamada Buzzy. A Buzzy le encantaba volar de flor en flor, recolectando néctar para hacer miel, pero había una cosa que la hacía sentir un poco diferente a las demás abejas: era más pequeña y más tímida que sus compañeras.

Un día, mientras volaba por el campo, Buzzy notó una flor solitaria en la distancia. Era una flor muy hermosa, de pétalos dorados y un aroma dulce, pero estaba apartada del resto del campo. Ninguna de las otras abejas parecía haberla notado.

Intrigada, Buzzy voló hacia la flor y se posó suavemente en uno de sus pétalos.

—Hola, pequeña abeja —dijo la flor con una voz suave y melodiosa—. Me llamo Aura. Nadie me había visitado hasta ahora. ¿Cómo te llamas?

—Soy Buzzy —respondió la abeja, un poco nerviosa—. Vi que estabas sola y pensé que tal vez te gustaría un poco de compañía.

Aura sonrió, moviendo sus pétalos con delicadeza.

—Gracias, Buzzy. A veces me siento sola aquí, tan lejos del resto de las flores. Siempre he deseado que alguna abeja viniera a visitarme, pero como estoy apartada, nadie se acerca.

Buzzy se quedó pensativa por un momento y luego dijo:

—Sé cómo te sientes. A veces también me siento diferente por ser más pequeña que las otras abejas. Pero, ¿sabes qué? No creo que eso importe realmente. Creo que lo que importa es lo especial que eres, y tú, Aura, eres una flor increíblemente hermosa.

Las palabras de Buzzy hicieron que la flor se sintiera feliz por primera vez en mucho tiempo.

—Eres muy amable, Buzzy —dijo Aura—. ¿Podrías quedarte un rato más? Me encantaría compartir mi néctar contigo.

Buzzy sonrió y comenzó a recolectar el néctar de Aura. Para su sorpresa, el néctar de esa flor solitaria era el más dulce y delicioso que había probado en toda su vida. Sabía que el panal se llenaría de alegría al probar la miel que harían con ese néctar.

A partir de ese día, Buzzy visitaba a Aura todos los días. Mientras otras abejas volaban hacia las flores comunes, Buzzy siempre se dirigía hacia su amiga especial, asegurándose de que Aura nunca se sintiera sola. Y aunque Buzzy seguía siendo la abeja más pequeña del panal, descubrió que su tamaño no definía su importancia. Su corazón era grande, y gracias a su amistad con Aura, aprendió que las cosas más valiosas no siempre son las más obvias.

Aura, por su parte, nunca volvió a sentirse sola. Gracias a Buzzy, comprendió que su lugar en el campo, aunque apartado, era especial. Juntas, la abeja y la flor se convirtieron en un ejemplo de que la verdadera amistad no se mide por el tamaño o la cantidad de amigos que tienes, sino por el cariño y la atención que das.

Y así, Buzzy y Aura continuaron sus días, compartiendo dulces momentos y alegrías, rodeadas de un campo que ahora brillaba aún más gracias a la amistad que habían cultivado.

Fin.